Según los resultados del sondeo J.D. Comunicación/ ASEP del pasado mes de abril, el 94% de los españoles considera que la cantidad de publicidad en televisión es excesiva y suspende con una nota de 2,7 de 10 su modo de difundirla.
El 83% de los españoles suspende con 1,5 puntos de 10 la costumbre de interrumpir los programas cuando solamente queda un par de secuencias para el final, y un 65% está en contra del product placement y lo suspenden con 2,3 puntos de 10. La práctica es tan antigua como la propia televisión, como también lo es su ilegalidad. Cabría preguntarse por qué la nueva ley de RTVE no regula esta cuestión, al menos en la nueva Corporación Pública de Televisión.
GRP, una aberración matemática
En realidad, la culpa es del GRP, unas siglas que definen la mayor aberración matemática en las últimas décadas en el mundo de la comunicación. El GRP es una cifra absoluta obtenida mediante la combinación de dos variables: el porcentaje de individuos expuestos a un espacio (cobertura) y el número de veces que se está expuesto a ese espacio (frecuencia). La farsa reposa en la idea absurda de multiplicar porcentajes por cifras absolutas de exposición. El GRP es aceptado como moneda de cambio en el proceso de compraventa de espacios publicitarios entre anunciantes, agencias y medios. La estafa es dada por buena por todos los actores mencionados porque sirve igual a los intereses de todos. Por supuesto, la audiencia no opina ni interviene en esta compraventa, sino que se limita a padecer impasible sus efectos: bombardeo publicitario e interrupciones no deseadas durante el disfrute de un programa de televisión. Tal es así que, al ser consultados sobre ciertos programas de televisión, el estudio señala que: