El primer sitio elegido fue Barcelona, más concretamente, el Moll de la Fusta, situado en una zona peatonal y de recreo donde se colocaron un grupos de sofás y butacas. Se calcula que más de 10.000 personas se sentaron en los sofás y butacas para descansar, charlar o simplemente disfrutar de los espectáculos de calle que se celebran en la zona.
Posteriormente le tocó el turno a Sevilla. Bajo una carpa de 300 metros cuadrados ubicada en la Alameda de Hércules, se puso en marcha un espectáculo teatral titulado El amor del gato y el perro, de Jardiel Poncela, e interpretada por los actores de la Escuela Superior de Arte Dramático de Sevilla. Como asientos se utilizaron las butacas de Ikea. En cuatro días, más de 2.500 personas acudieron al espectáculo y tuvieron la ocasión de probar las butacas.