La industria alimentaria española acaba de dar un paso decisivo para definir cómo debe ser el sistema alimentario del mañana. En la jornada “La empresa alimentaria del futuro”, organizada por el Grupo Alimentario de Innovación y Sostenibilidad (GIS), representantes de toda la cadena de valor llevaron a cabo el Decálogo de Principios Inspiradores y Compromisos Éticos.
Este ofrece un marco de referencia para afrontar la transformación que demanda el contexto actual: garantizar la competitividad de la industria alimentaria sin perder de vista la responsabilidad social, ambiental y económica. Este Decálogo defiende que rentabilidad y sostenibilidad global deben ir de la mano, adoptando prácticas sostenibles a lo largo de toda la cadena de producción de alimentos que protejan el medio ambiente, preserven la biodiversidad y refuercen la resiliencia frente a las consecuencias del cambio climático.
También subraya la importancia de la colaboración y la cooperación, y de las alianzas globales para incrementar la relación mutua entre todos los eslabones de la cadena alimentaria y compartir de forma continuada conocimientos, experiencias y soluciones innovadoras, que hagan más rentable y sostenible la producción de alimentos.
La innovación responsable y sostenible se sitúa como motor clave de este cambio para impulsar la investigación científica y tecnológica, mediante el uso creciente y responsable de tecnologías emergentes -como la inteligencia artificial, el análisis de datos o el blockchain-, y favorecer la adopción de modelos productivos sostenibles, como la agricultura regenerativa o el desarrollo de insumos de menor impacto ambiental.
La alimentación saludable y segura es otro de los compromisos centrales, dando prioridad a la salud pública, mediante una amplia oferta de alimentos seguros y nutritivos, y promoviendo dietas equilibradas que contribuyan al bienestar de toda la población. El principio de transparencia y ética en la cadena alimentaria exige también impulsar la trazabilidad en todos los procesos, garantizando prácticas responsables que generen total confianza entre productores y consumidores.
El bienestar animal se refuerza fomentando prácticas ganaderas honestas en todas las fases del ciclo de vida de los animales, con apoyo de la innovación tecnológica con la que se pueda garantizar una trazabilidad integral de la actividad productiva. El Decálogo apuesta además por avanzar hacia un modelo de economía circular y de ‘desperdicio cero’, con el objetivo de eliminar el despilfarro de alimentos, reutilizar los subproductos y residuos, y optimizar recursos escasos como el suelo, el agua, el aire y la energía para reducir así la denominada ‘huella ambiental’ en toda la cadena de valor.
Garantizar la formación y la equidad laboral en la cadena de valor es otro compromiso clave: se aboga por asegurar condiciones laborales dignas, equitativas y con enfoque de género, que contribuyan a un reparto justo de la retribución y reconozcan la labor esencial de agricultores y trabajadores, impulsando su formación continua para la mejora constante de su actividad.
El principio de justicia redistributiva e inclusión alimentaria persigue asegurar, sobre todo, a comunidades vulnerables y a productores locales. Por último, la educación y la conciencia alimentaria son fundamentales para promover hábitos de consumo saludables y más sostenibles; para comunicar de forma clara los avances y esfuerzos realizados por el sector, y para reforzar con ello la confianza de la sociedad y contribuir a un consumo cada vez más consciente y responsable.
Con esta hoja de ruta, el Grupo Alimentario de Innovación y Sostenibilidad (GIS Alimentario) anima a todo el sector a liderar el cambio necesario para situar a España a la vanguardia de un modelo de alimentación más competitivo, innovador, justo, sostenible y fielmente comprometido con las personas y el Planeta.