Arancha Cebrián, nueva directora de servicios al cliente de Ernest

Cebrián vuelve a formar parte del equipo con el compartió casi dos décadas y con el que escribió campañas como “Quitémonos la morriña".

liderar una marca que conoce desde dentro y se llama Abanca.

Arancha Cebrián se incorpora a la agencia Ernest como directora de servicios al cliente con el fin de liderar una marca que conoce desde dentro y se llama Abanca.

Sobre su trayectoria, Cebrián realizó sus estudios de gestión comercial y marketing, completó el máster executive por la Universidad Nebrija e inició su carrera en CP Comunicación (BBDO), donde trabajó para Open Bank, el Real Madrid y Nivea.

En 2006 se incorporó a Shackleton, donde durante más de 15 años lideró campañas para ya.com, Caja Madrid, FCC, Vodafone, Securitas Direct y Abanca, entre otras. En 2023 Shackleton cambió su nombre por Accenture Song, y allí participó en proyectos como el Centenario de Telefónica.

Así es como Arancha Cebrián vuelve a formar parte del equipo con el compartió casi dos décadas y con el que escribió campañas como “Quitémonos la morriña»,  con la que empezó todo. En aquel momento, Abanca aún no existía como tal: nacía de un proceso de fusiones bancarias que había generado dudas e incertidumbre entre los clientes y la sociedad gallega.

La campaña se convirtió en el discurso de intenciones, protagonizado por más de 900 empleados del banco, en el que Abanca asumía un compromiso con la sociedad y ponía en valor sus principios de cercanía y empatía. Este gesto conectó de forma real con las personas y sentó las bases de la nueva identidad de la marca.

Otra campaña fue la de captación de nóminas, un ejemplo de cómo darle una vuelta creativa a una acción bancaria tradicional. Se regalaba una vajilla, sí —un clásico de los bancos de toda la vida—, pero decidieron transformarla en un premio aspiracional e innovador. La ‘vajilla más deseada del mundo’ no era una cualquiera: cada juego de platos representaba una ciudad icónica —Londres, Nueva York, Los Ángeles, Sidney, Singapur o Bora Bora—, y los ganadores tenían que recoger cada uno de ellos viajando a esas ciudades. Así se convirtió un incentivo convencional en una experiencia única y memorable, capaz de generar conversación y deseo entre el público.