¡Más de 50 años en la misma empresa! Creciendo en la profesión año tras año a base de aprendizaje y práctica hasta “tener oficio”.
La palabra oficio proviene etimológicamente del latín “opificium”, de “opus” (obra) + “facere” (hacer) y significa hacer o realizar una obra. “Opificis” era el artesano que realizaba manualmente sus tareas y que, a base de práctica y años de dedicación, se convertía en un maestro de lo suyo. Cuantos más años, más experiencia y más conocimiento.
En la actual era de la revolución digital los cambios y las innovaciones se producen a un ritmo muy acelerado, evolucionando a una velocidad mucho mayor a la propia capacidad de aprendizaje o de absorción de “todo lo que viene”: para cuando te has aprendido algo, ya está caduco y tienes que ponerte con una cosa nueva. A toda velocidad.
Para los que trabajamos en comunicación esto forma parte de nuestro “oficio” desde siempre: el aprendizaje constante, el estar alerta, el conocer “lo que viene” y “lo que será tendencia”.
Y en lo que se refiere a las nuevas tecnologías (aplicadas a la comunicación), el bagaje de lo aprendido nos aporta perspectiva y criterio. Hay quién se engaña pensando que por el mero hecho de ser un “nativo digital” ya lo tiene todo ganado y no necesita aprender nada más. Esto es un gran error, porque no hay nada más enriquecedor que aprender cosas nuevas cada día. Por eso pienso que, sumada al aprendizaje constante, la experiencia sigue siendo un grado.