Es legítimo y positivo que algo tan importante nos preocupe. Pero no debemos perder la perspectiva. La historia reciente de la salud en España es la historia de un éxito colectivo del que podemos sentirnos orgullosos. La sanidad universal forma parte del núcleo de nuestro contrato social. Tanto es así, que el acceso a esta está consagrado como un derecho social por el artículo 43 de nuestra Constitución. Es decir, ser españoles, a diferencia de lo que ocurre en otros países, como por ejemplo los Estados Unidos, implica la garantía de recibir una atención sanitaria de calidad. Las condiciones de vida son diversas, también lo es nuestra suerte en la vida. El acceso a la sanidad debe igualarnos y ser equitativo. Así lo creemos en España.
Casi 10 años de vida extra
Es cierto que poco tiene que ver la sociedad española de 2022 con aquella de 1978 que aprobó, ilusionada, la Carta Magna. Nuestra esperanza de vida ha aumentado de 74 a casi 83 años. Dicho con otras palabras: la democracia y su sistema sanitario nos han dado casi 10 años de vida extra… convirtiéndonos en uno de los países más longevos del mundo, junto a Japón. Nuestro corazón late más y, como consecuencia, somos también una sociedad más envejecida: en 2022, por primera vez, nuestra edad media sobrepasó los 44 años, mientras que en 1978 era de 33 años. Además, hay nuevas circunstancias, nuevas patologías (en 1978 no existía ni el Sida ni el covid19, por poner dos ejemplos) y nuevos fármacos…
«La historia reciente de la salud en España es la historia de un éxito colectivo del que podemos sentirnos orgullosos»
El reto sanitario no es sencillo. La sociedad es dinámica: tiene necesidades y demandas que cambian constantemente. Y esto afecta de lleno a la salud. Deberíamos, antes que nada, asumir la complejidad del desafío. Adaptar la sanidad al presente y al futuro exigirá ‘auscultar’ (que tiene la misma raíz que «escuchar») muy bien el cuerpo social, entender sus percepciones y sus necesidades antes de emitir un diagnóstico.
El informe de la Fundación IDIS nos arroja algunos datos interesantes: En torno al 95% cree que es necesario coordinar la atención sanitaria y sociosanitaria (dependientes, mayores, crónicos, discapacitados físicos, psíquicos, sensoriales); que se debe incrementar el intercambio de datos entre los profesionales hospitalarios y los del centro de salud, y que se debe aprovechar las innovaciones científicas para mejorar el acceso a la asistencia sanitaria, los tiempos de espera y atención a los pacientes.
Además, el 96,4% considera que todos debemos disponer de la misma capacidad de acceso a pruebas diagnósticas, tratamientos y terapias novedosas independientemente de las circunstancias y del territorio en que se viva.
Pública y privada, ambas bien valoradas
En cuanto a la valoración de la sanidad pública y de la privada, ambas salen bien paradas. La valoración media de la sanidad privada en 2022 fue de un 7,3, ligeramente por encima de la pública, con un 7,1. Sin embargo, mientras la valoración de la pública permanece igual en los últimos años, la de la privada ha subido desde el 6,4 de 2020 hasta el 7,3 del año pasado… una mejora de casi un punto en solo dos años. El notable aumento en la valoración de la sanidad privada se produce tanto entre la población con seguro privado como entre la población que solo dispone de Seguridad Social y tal vez esté relacionado con el que el nivel de satisfacción es del 83%. ¿No deberíamos tener en cuenta a un sector que goza de una creciente valoración entre la sociedad española?
«La valoración media de la sanidad privada en 2022 fue de un 7,3, ligeramente por encima de la pública, con un 7,1»
¿Cómo usamos ambos servicios? Aunque siguen siendo mayoría quienes acuden a la sanidad pública, los españoles utilizan más la sanidad privada para los especialistas (22,5%) que para la atención primaria (10,3%). El 70% de los españoles ha estado ingresado alguna vez en un hospital. De ese porcentaje, un 18,6% estuvo en uno privado (mientras que un 80,9% en uno público).
Como conclusión, el sistema sanitario lo forman múltiples piezas: la sanidad pública y la privada no se contraponen ni son necesariamente rivales, sino que completan un catálogo de recursos a disposición de la sociedad y los poderes públicos para hacer frente a las nuevas y crecientes demandas sociales. Debemos pasar de preocuparnos a ocuparnos de la sanidad, verla como un todo y decidir conjuntamente, sin excluir a ningún actor. Porque, como afirma una frase atribuida al médico griego Hipócrates, “donde quiera que se ama el arte de la Medicina se ama también a la humanidad”.
