Cuando el pasado 5 de abril Twitter anunció la compra de un 9,2% de acciones de la compañía por parte de Elon Musk, poco cabía esperar de la guerra que el fundador de Tesla y Space X iniciaría días después para hacerse con el control de la plataforma de microblogging.
En la misma semana en la que Parag Agrawal, CEO de Twitter desde que Jack Dorsey decidiera el pasado noviembre retirarse de la dirección de la firma estadounidense, informara a usuarios y accionistas que Musk había rechazado sentarse en el consejo de dirección al convertirse (en ese tiempo) en el accionista mayoritario, el empresario sudafricano anunció el lanzamiento de una oferta pública de adquisición (OPA) hostil sobre Twitter, a cambio de 43.000 millones de dólares.
La oferta presentada por Musk establece un precio de 54,20 dólares por acción, lo que representa una prima del 54% sobre el precio de cierre del pasado 28 de enero, el día antes de que empezase a invertir en Twitter, y del 38% respecto a la cotización de las acciones un día antes de que se anunciara públicamente su inversión.
En el documento presentado ante la Comisión de Bolsa y Valores (SEC), Musk indica que la suya es “la mejor oferta final” y de no aceptarse, “tendré que reconsiderar mi posición como accionista”.
Aunque la oferta parecía tentadora, un día después de que el empresario diera a conocer su intención de adquirir la compañía, el consejo de dirección de la red social adoptó de forma unánime el llamado Plan de Derechos, que “reducirá la probabilidad de que cualquier entidad, persona o grupo se haga con el control de Twitter a través de la acumulación en mercado abierto sin pagar a todos los accionistas la prima adecuada por el control, o sin dar al consejo el tiempo suficiente para tomar decisiones informadas y llevar a cabo acciones que defienden los intereses de los accionistas”, informaron.
En la práctica, implica poner en marcha la acción conocida como píldora envenenada, que consiste en la venta de acciones con descuento a algunos de los accionistas ya existentes, excluyendo al que lanza la OPA hostil, con el objetivo de complicar aún más la adquisición del más del 15% de acciones de la compañía que necesita para convertirse en propietario.
El interés de Musk: el algoritmo de Twitter
Lejos de acabar con la batalla, la píldora envenenada lanzada por el equipo directivo de Twitter no paralizará el objetivo del fundador de Tesla de adquirir la red social. “Si el actual consejo de Twitter toma medidas contrarias a los intereses de los accionistas, estarían incumpliendo su deber fiduciario”, declaró durante su participación en una conferencia TED, donde también informó de los cambios que realizaría en la plataforma, como la conversión del algoritmo de Twitter en uno de código abierto, para mostrar a los usuarios los factores que se siguen para enfatizar o suprimir ciertos contenidos.
Planes que irían en dirección opuesta a los objetivos contemplados actualmente por la firma estadounidense. Según fuentes internas a las que ha tenido acceso The Washington Post, una mayoría de empleados de Twitter temen que el multimillonario pueda deshacer parte de los esfuerzos de la compañía en moderar el contenido a favor de la libertad de expresión.
La empresa que dirige Parag Agrawal cuenta actualmente con 217 millones de usuarios diarios activos, un 13% más que en 2020. En 2021, la compañía logró elevar sus ingresos un 37% hasta los 5.077 millones de dólares, un crecimiento auspiciado por una mayor inversión publicitaria en la red social. Un dato que no se reflejó en el resultado neto, todavía en negativo (-221 millones de dólares).