La dimensión tiempo, entendida como estar y ser protagonista de lo que dicta el presente y el futuro, será la clave de la capacidad de entablar vínculos duraderos. Las marcas deberán ser “plataformas de cambio”; entidades en las que podemos confiar para “navegar” a través el flujo de cambios y transformaciones que necesariamente caracterizan hoy un negocio o una categoría. Frente a una visión sólida y estática, basada en concebir e implantar marcas que permanecen como referentes icónicos y son reflejo de una época y un modo de ser, aparecerán planteamientos de marca más plásticos y versátiles. Esas “plataformas de cambio” deberían permitir que una idea o valor de marca se adapte y conviva con un acelerado proceso de innovación en los productos y sus contextos. De hecho lo valioso de una marca es que es un referente que establece puentes entre ideas que superficialmente no siempre tienen mucho que ver. Si no nos planteamos las marcas desde el convencimiento que no pueden ser “cosas” cerradas sino ideas abiertas y progresivas, adaptadas al cambio, propias de una sociedad dinámica, sin cortapisas a lo nuevo, seguramente haremos de esas marcas pura coyuntura. Esto implica que al diseñar conceptualmente una marca debemos anticipar sus necesidades de cambio e innovación y no tanto conformarnos con el escenario a corto plazo y más evidente.
En definitiva, que si en la esencia de las marcas no está la semilla de un futuro posible acabaran por ser pasado probable.
Más acerca del cambio y las marcas en: BrainVentures TV (http://tinyurl.com/CambioyMarcas).
Antonio Monerris es director general de BrainVentures.