Es uno de los mejores ejemplos que podemos tener en la publicidad actual, con presupuestos más bien reducidos, ideas sorprendentes tanto en la forma como en el fondo, creación de producto incluida, y a la que no quita ningún mérito el ser de una ONG, pues responde directamente a los objetivos de comunicación de la misma. Es de una agencia fuera de los grandes circuitos de las multinacionales y las grandes ciudades, lo que también es una excelente noticia si resulta indicativa de la tendencia a que la creatividad no precisa de grandes estructuras y clientes. Puede presumir, además, de ser una de las primeras campañas, si no la primera, en la que la publicidad no sólo no cuesta apenas, sino que se convierte en fuente directa de recaudación, es decir, que hacer publicidad da dinero. Estamos pasando del poder de la publicity a la publicidad con recaudación directa (algo que ya se hacía pero con métodos muy primitivos, como las clásicas huchas del Domund). ¡Quién lo diría!
Más campañas, menos anuncios. El palmarés del Sol muestra también que la industria publicitaria empieza a ser cada vez más consciente de la paulatina pérdida de protagonismo de la televisión, algo que ya era claro en otros premios como los Eficacia de la AEA o los del propio CdeC, pero no tanto en San Sebastián, donde seguía vigente el planteamiento de primero la tele, luego todo lo demás. En Cannes la pequeña pantalla ha ido sustituyéndose por lo audiovisual, dado que bastantes premios de los últimos años procedían de vídeos colgados en Internet. Aquí el reinado del spot sigue vigente, pero cada vez es menos claro. No he podido ver todas las piezas presentadas, ni la short list, pero los soles no resultan en absoluto muy deslumbrantes, comenzando por el gran premio, un buen spot bien resuelto, pero que deja dudas sobre el estado de la publicidad, si efectivamente era el mejor anuncio del año en toda Latinoamérica. En una época en la que está cambiando todo rapidísimamente, suena bastante a lo de siempre, algo que le ocurre a bastantes de los anuncios premiados.
Carrusel, carrusel. Parece evidente quién está ganando la batalla de las ondas, pues a la Ser sólo le ha durado unos meses su nuevo equipo deportivo de los fines de semana, y ahora apuesta por la conocida imagen de Manu Carreño para la próxima temporada. Aunque Paco González, Pepe Domingo y compañía todavía no son líderes, la distancia se ha recortado tanto que preocupa y mucho, dado el efecto arrastre que tiene para la audiencia general de la Cope, que además fue inteligente y optó por un lavado de imagen general y no solo deportivo. Vamos, que sigue siendo muy de derechas, pero al menos una derecha más civilizada que la de Losantos, Vidal y compañía, que no parecen por su parte lograr muchos seguidores en sus emisoras propias. Y la Ser completa la jugada con Sra. Rushmore, que suele ser una garantía de buena creatividad e imagen.
Ala cama con la tableta. Lo que difícilmente conseguían el portátil y los netbooks, por pequeños que fuesen, lo están logrando las tabletas, que algunos ya no sueltan para ver la tele ni para ir a la cama, según el reciente estudio de Nielsen. La escusa de que así se pueden leer libros electrónicos, pero las redes sociales pueden tener mucho que ver en esa conexión continua y permanente que está cambiando radicalmente los medios de comunicación y la publicidad.
Pepinos veraniegos. La crisis del pepino muestra una vez más cómo la comunicación es capaz de elevar o hundir todo un sector en muy poco tiempo. Y cómo los dirigentes (de aquí y de allí) siguen sin darse cuenta de nada en la mayoría de los casos comportándose como hace décadas y sin plantearse las consecuencias de sus acciones de comunicación. Esperemos que vayan aprendiendo, aunque sea sacando consecuencias de los errores.