Y en los oros de televisión abunda el humor argentino, culminados con una campaña cuyo mayor mérito es emplear la ironía para vender tarjetas de crédito. A juzgar por los resultados, El Sol de este año no deslumbró a casi nadie.
Deprisa, deprisa. Posiblemente lo peor es que la creatividad premiada parece absolutamente sobrepasada por la realidad. O lo que es peor, todo parece ir más deprisa que los anuncios que en teoría deberían marcar la tendencia de por dónde van los tiros. Y si los festivales no sirven para descubrir ideas brillantes, innovadoras y arriesgadas, es posible que tengan que redescubrirse a sí mismos. Aparte de coincidir en que en el mercado actual cada vez tiene menos sentido juzgar campañas medio a medio y producto a producto, pues para tener una cierta notoriedad y repercusión parece absolutamente imprescindible emplear distintas técnicas y medios. A riesgo de que eso sea un recurso para hacer alguna acción especial muy espectacular y puntual que luego son las que llaman la atención en los festivales, a modo de modernos truchos. Pero incluso en ese caso tienen el mérito de abrir caminos a la innovación y la creatividad.
Winter Blues. Es el caso de la campaña de Canarias Di no al Winter Blues de DDB, que quedó a las puertas del premio de platino, quizás porque el spot es precisamente lo menos destacado de la acción, frente a un gran peso de las relaciones públicas. Y eso ya se sabe que no suele gustar mucho a las agencias de publicidad de toda la vida.
Renovación en la AEACP. Mientras se renueva o no El Sol, Carlos Martínez-Cabrera asume la presidencia de la AEACP; que también vive un proceso de renovación y adaptación a los tiempos actuales. Hay algunas voces críticas precisamente con la ampliación de la asociación a otras agencias, pero supongo que se trata de lo de siempre, de quienes les gustaría que todo siguiese como estaba en aquellos maravillosos años que ya no volverán. Y, como dejó escrito Lampedusa, a veces hay que cambiar para que todo siga igual, y hoy día en el sector publicitario/comunicacional es absolutamente imprescindible. Martínez-Cabrera es muy capaz de liderar ese cambio a nivel asociativo, esperemos que con el apoyo de la mayoría del sector, y contando también con el regreso de algunas deserciones importantes. Y, por qué no, con la posibilidad de que estén también en el futuro las agencias de medios.
Diez años no son nada. Es el tiempo que se ha tardado hasta que el Tribunal Supremo se ha pronunciado sobre la campaña de Remo para Mitsubishi en la que el envidioso presidente de una compañía se dedicaba a rajar las ruedas del coche nuevo de su director general. Un palo a Autocontrol de la Publicidad, que dictaminó que el spot incitaba a la violencia y ordenaba retirarlo, y a la Asociación de Usuarios de la Comunicación, esa especie de Sindicato Manos Limpias que tiene el sector publicitario, y que me encantaría saber cuántos usuarios de la comunicación tiene como socios aparte de su eterno presidente. Mitsubishi pasó totalmente de la sentencia de Autocontrol, y 10 años después el Tribunal Supremo le da toda la razón y, lo más importante, defendiendo que la constitución otorga a la publicidad el derecho a la libertad de expresión. Y es que, por mal que esté el mundo de los negocios ¿realmente alguien podía tomarse en serio ese spot como incitador a la violencia?
La historia de Tiempo. Cambiando de tercio, hay que felicitar a Tiempo en su 50 aniversario: es una de las agencias sin las que sería imposible hacerse una idea de la publicidad española, o al menos, sin la que habría sido muy distinta. Aunque la efeméride se celebre en una época muy complicada para el sector y la propia agencia, que debió cerrar sus puertas de Madrid, hay que destacar la forma colectiva de conmemorarlo, con un mosaico participativo y abierto a todos los que en algún momento trabajaron o tuvieron algo que ver con la agencia. En cierta forma, adaptado a los tiempos que vivimos de redes sociales y acciones colectivas. Lo dicho, muchas felicidades y muchos años más.