Cuando ya estábamos todos acostumbrados al gratis total de Internet, una situación en la que millones de personas acceden cada día regularmente a noticias, música y películas sin pagar nada por ello, todas las señales comienzan a indicar que esa etapa idílica está tocando a su fin, y que el apagón de la gratuidad en Internet se nos viene encima.
Los internautas consideran mayoritariamente que la situación actual es un derecho adquirido y ya no conciben la Red de otra manera. Esto es especialmente cierto para los más jóvenes, los nacidos digitales, que desde que tuvieron uso de razón han conocido un mundo en el que no se pagaba por nada de lo que se encontraba en Internet. De hecho, un reciente estudio de Nielsen Wire asegura que un 79% de los internautas buscarían alternativas gratuitas si sus sitios web preferidos les impusieran contenidos de pago. Sin embargo las industrias de los contenidos están pasando por un momento crítico y su viabilidad futura comienza a depender del cambio de su modelo de negocio. Para ellas la realidad es dramáticamente distinta: si la gente no paga por acceder a esos contenidos, éstos simplemente se acabarán.
SE ESTÁN TOMANDO MEDIDAS. Conscientes del problema, hay países muy cercanos donde ya se están tomando medidas para frenar las descargas gratuitas. Francia ya ha aprobado una ley para multar a quien se descargue contenidos con copyright y nuestros vecinos valoran también crear un impuesto para encarecer la publicidad online, destinado a proteger los contenidos y los derechos de autor. Mientras tanto, en Inglaterra se discute sobre la posibilidad de cortar la conexión a los internautas piratas. La tendencia está clara y se apuesta por un Internet abierto pero no necesariamente gratuito.
Si nos circunscribimos al mundo de la prensa digital, está claro que avanza hacia un modelo mixto de sostenibilidad basado tanto en la publicidad como en el pago por el propio lector ya que los ingresos por publicidad no son suficientes para mantener el negocio. La primera onda sísmica de este terremoto en ciernes fue el anuncio, en agosto pasado, de que periódicos digitales de la importancia de The Wall Street Journal, comenzarían a cobrar por el acceso a sus noticias en 2010. Ahora ya es un hecho. Rupert Murdoch confirmó que en breve el The Sunday Times comenzará a cobrar por su contenido online y que, acto seguido, continuará extendiendo el modelo de pago a todas las cabeceras que posee. Y se teme un inmediato efecto dominó entre muchos otros diarios, que ya estudian la creación de un mega-consorcio integrado donde figurarían títulos como The New York Times, The Washington Post o The Tribune, que pueden llegar a establecer un canon común por el acceso a sus contenidos.
En el entorno financiero, también The Economist, la revista del sector más prestigiosa, ha anunciado ya que durante este año se pasará probablemente al modelo del micropago.
Hasta Google está ya estudiando un modelo de pago online para su agregador de noticias, a través del cual se puede acceder hoy a la información periodística de otros canales gratis.
Evidentemente, el periodismo ciudadano seguirá siendo gratuito, pero las noticias de calidad, que conlleven el análisis y la opinión profesionales, parece que tendrá que pagarse.
LA TORMENTA PERFECTA. A toda esta revolución se añade, además, la incorporación de nuevos formatos físicos de lectura de las noticias con la llegada de los e-readers, las pantallas flexibles y del recién llegado iPad de Apple, pero es el contenido el que da verdadero valor a toda esta nueva tecnología. La tormenta perfecta en el mundo de la prensa está servida.
Y, además de lo que está sucediendo en el mundo de la prensa, todo lo que tiene que ver con los contenidos digitales, como la música o el cine, está inmerso en la misma polémica del fin de la gratuidad. La evolución más clara en este campo es el streaming o reproducción en Internet sin descarga previa, que está resultando ser la preferida por millones de internautas en sus diversas opciones, incluyendo la de pago por suscripción.
Resulta evidente que muchos antiguos modelos del negocio mediático ya no funcionan y que, además, la crisis global está acelerando el inevitable impacto de la revolución digital.
De momento lo que parece claro es que finalmente nos van a poner peaje en la autopista de la información. Lo que habrá que ver es si los consumidores preferimos ir por carreteras secundarias.
(*) Javier Faus es communication planning director de Optimedia.