En uno de los últimos grupos de discusión que hemos realizado sobre este tema en Ipsos, individuos de clase alta nos decían: “Mostrar la opulencia hoy se considera casi hortera y anacrónico. Quieres parecer más pobre porque nos encontramos en tiempos difíciles y no quieres que la gente sienta que no estas luchando”.
La mayoría de los consumidores habituales de lujo se lo pueden seguir permitiendo, pero no quieren parecer insensibles ante la realidad económica del país. Es por ello que algunas marcas, como Louis Vuitton, se han intentado adaptar al entorno actual fichando a Sofia Coppola para que haga una colección hecha a su imagen: simple y discreta.
Otro tipo de consumo que ya no se lleva por la crisis es el “grande, grueso, extralargo”. Ahora la clave está en ofrecer al consumidor lo “económico, ecológico y sano”. Si hacemos la traslación a sectores de actividad, existen dos donde la diferencia se ve muy clara: automoción y restauración. Los coches de gran cilindrada ya no están de moda. A la espera de la transformación completa del sector hacia los coches ecológicos (híbridos, eléctricos, con fuentes alternativas de energía, etc.), los coches en auge son los pequeños modelos para la ciudad. En cuanto a la comida, se ha desarrollado el concepto de bocados, las raciones están disminuyendo y surge el hábito de compartir el plato. Quizás el ejemplo más claro en España haya sido el de Burguer King con sus seis mini hamburguesas para compartir alejándose de campañas anteriores que promovían el doble y triple Whopper.
Ya sabe, para estar a la última debería de: comprar artículos de lujo discretos, conducir un coche pequeño (preferentemente hibrido o eléctrico) y en los restaurantes pedir pocos platos y siempre para compartir. Todo esto es cierto, pero ¿no es un poco tedioso?