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Y el reconocimiento claro del poder de un buen producto, apoyado en una buena marca y una excelente comunicación, que

Y el reconocimiento claro del poder de un buen producto, apoyado en una buena marca y una excelente comunicación, que ha revolucionado todo un sector en el que España cuenta con miles de excelentes empresas, pero prácticamente sin marcas reconocidas y sin apenas publicidad.

Atrapantes misteriosos. Como suele ocurrirme, me encuentro despistado ante otros premios que me son absolutamente desconocidos, como los Atrapantes de Atrápalo, pues no conozco a nadie que los haya visto fuera de la entrega de premios. No puedo ni quiero dudar de su éxito, pero no deja de sorprenderme estas campañas vistas y no vistas.

A la conquista del Oeste. Otra cosa vista y no vista, si bien no tengo suficientes datos para valorar la iniciativa de presentar la publicidad española en Nueva York, algo que a priori suena muy bien, pero que según parece obtuvo más repercusión aquí que en la ciudad de los rascacielos. Pese a todo, ya se sabe que quien no arriesga nunca conseguirá nada, por lo que habría que darle un voto de confianza.

Mentiras y gordas. Ya estamos viviendo las consecuencias de los nuevos tiempos informativos que nos tocan vivir: las mentiras más gordas encuentran eco sin problemas no ya sólo en Internet, sino en los telediarios, radios, diarios y revistas de todo el mundo. En apenas unos días nos enteramos que una familia norteamericana engaña a todos diciendo que su niño viaja en un globito perdido, y que un enorme meteorito hace un agujero de 20 metros en Letonia. En ambos casos fueron sucesos publicitarios mundiales, uno de un particular buscando fama, y el segundo de una campaña de Tele 2. El descontrol informativo es mayor que nunca, quizás porque en aras de lograr la inmediatez se ha olvidado la regla básica de cualquier periodista, contrastar y confirmar la información antes de publicarla.

Plano secuencia. Se trata al parecer de la última moda de Internet: largos planos secuencia en los que, al ritmo de una canción, se ve la entrada de los novios a una boda, los estudiantes enseñan su universidad, o los empleados muestran su empresa. Está muy cercano su precedente, las perfomances colectivas con todo el mundo parado o bailando la misma canción, al que incluso se le puso el nombre de dancing marketing. Aunque en este caso ya está tardando en ser copiada por la publicidad, quizás por falta de reflejos o por simple ahorro de costes.

Aprendices en desbandada. No es que me alegre del fracaso, pero como me parecía, a El aprendiz de Bassat le quedan ya casi menos espectadores que candidatos, por muchos cambios de días y horas que intente La Sexta. Y si entre sus objetivos estaba el prestigiar el marketing y la publicidad, lo de hacer una campaña en un programa así no parece muy útil para que se valore la profesión.

Lo primero, Internet. En el Reino Unido, Internet ha sobrepasado la inversión de la televisión y ya es el primer medio. Aquí todavía falta un tiempo, pero cada vez menos. Sobre todo porque, tras la crisis, dudo que la recuperación de la inversión publicitaria regrese a los medios de donde se fue, y opte más bien por los nuevos medios.

Promociones anti-taxis. Creo que SEAT va a vender pocos Exeos a los taxistas madrileños, tras la genial idea de promocionarlo en Barajas dejándolo probar a los viajeros que llegaban al aeropuerto. Y los taxistas, claro, diciendo que les hacía competencia porque perdían clientes.

Exprimiendo la gallina. Las muertes siempre han sido rentables en la música, aunque seguramente pocas como la de Michael Jackson, con reediciones de discos y estreno de una película de refritos autodefinida como documental. Lo peor es que al parecer sigue siendo un reclamo eficaz para millones de consumidores.