Y, también, una ocasión más para recordar que la Unique Selling Proposition de Roser Reeves, el herrero de Madison Avenue, ha evolucionado a Emotional Selling Proposition.
La emoción no es un mero componente de la estrategia del que se pueda prescindir presumiendo encontrar eficacia. Tampoco la emoción debe relegarse a mero ingrediente de la historia de venta.
La emoción implica la persona.
Por eso es relevante.
A nivel visual esa relevancia recae en el protagonista del anuncio. Hombre o mujer.
E implica al director de arte ante la decisión de un casting.
No basta con elegir un arquetipo que active el deseo de mimesis aspiracional en el consumidor. El personaje elegido debe constituirse en soporte visual creíble del mensaje emitido por el anunciante. Ser un todo, mensaje-personaje, que actúa ante el espectador sin solución de continuidad.
Barak Obama utilizó la emoción en su mensaje