Además está la suerte de que no es año electoral, que es cuando rinden más las campañas de autobombo. Aunque, eso sí, tiene previsto hacer campañas para explicar los numerosos derechos que ganamos con la “reforma laboral”, y quizás veamos también preciosas campañas con las “mejoras” previstas para la educación y la sanidad. Más allá de que la cantidad recortada (45 millones de euros) es sólo el 17% de lo que Camps y la Generalitat valenciana enterraron en su faraónica y absurda Ciudad de la Luz (265 millones), por no hablar del aeropuerto de Castellón, Telemadrid y otras televisiones autonómicas, presentar los recortes publicitarios de la Administración como una de las grandes medidas de austeridad es un gran apoyo al hundimiento del sector: son “gastos superfluos” que se pueden ahorrar sin consecuencias. Por desgracia, muchas de las campañas de la Administración sin duda lo son, pero otras han tenido y deberían tener una evidente utilidad y eficacia. Pero en vez de racionalizar y profesionalizar en serio la gestión de la publicidad, se opta por el recorte puro y duro y se vende como una medida para acabar con el despilfarro.
Bankia Cívica. Impresionante resultado los últimos lanzamientos financieros, Bankia y Banca Cívica. Los que todavía confiasen algo en el sector han visto hundirse el valor de las acciones que les vendieron hace apenas unos meses, lo que las confirma posiblemente como las campañas más engañosas en mucho tiempo. Más rápido aún se han hundido en la miseria las marcas creadas, ambas bajo el paraguas ese precioso de “la nueva banca” que piensa en las personas, lo que sería real si como personas sólo se incluyesen los directivos de las entidades. En este sector no hay recortes sino todo lo contrario, el Estado seguirá dando dinero a espuertas para que los bancos y antiguas cajas sigan manteniendo millones de pisos sin vender a un valor absolutamente ficticio, y pagando millonadas a sus “gestores” aunque den la espantada dejando un agujero aún mayor que el inicial. Por cierto, aún no me explico que alguien al que le echan tras dejar un agujero descomunal se permita nombrar a su sucesor.
Más ERES. Alguno ya lo ha puesto en marcha, en concreto El Mundo, y al parecer Prisa tiene otro en cartera. Esos son los grandes, por detrás llegarán los demás. Mientras, en la concentración de la prensa celebrada en Madrid había cuatro gatos mal contados, aunque alguno era famoso. Eso sí, las facultades de periodismo siguen llenas, lo que podría mejorar la calidad de algunos blogs y tuits.
Barato, barato. Los datos del AIMC Marcas confirman que las actitudes, hábitos e intenciones de compra de los consumidores han cambiado claramente con la crisis: ya directamente vamos a lo barato sin más. Que la cosa está cada vez peor es evidente, y los mensajes apocalípticos y catastrofistas solo pueden agravarla. Cualquier manual de gestión de comunicación de crisis señala la necesidad de un mensaje claro, creíble y transparente para transmitir y recuperar la confianza; pero al menos yo solo recibo contradicciones, avisos terroríficos y espeluznantes, cuando no mentiras descaradas, como si el “que me quede como estoy” fuera la mejor opción.
Olimpiadas políticas. Hace muchas décadas que murió el auténtico espíritu olímpico, y la impresentable campaña argentina sobre las islas Malvinas no hace más que recordar que hoy día el deporte es mucho más un soporte de imagen para vender lo que sea que el afán de competir y superarse. Como el “reto” Flex de Contador, que por mucho que nos fastidie ha sido condenado según las leyes vigentes del ciclismo, tan peculiares que en su caso se le declaró culpable al no poder demostrar su inocencia. Pero ambas son campañas que van directamente contra los principios del deporte y lo utilizan de forma descarada. Lo más gracioso es que Sorrell se muestra “consternado” por la campaña de sus empleados en Young & Rubicam Argentina.
Del percebe al chiringuito. Intentar modernizar la imagen de La Casera asociándola a Ibáñez y su genial 13 Rúe del Percebe parecía cuanto menos bastante paradójico, por más que se metiese a Fesser por medio. Ahora La Despensa parece dar un paso más hacia la modernidad antediluviana, ofreciendo el regalo estrella de un chiringuito playero, y no se si con la música de Georgie Dann como banda sonora. Y todavía algunos se sorprenderán de que los jóvenes prefieran Sprite o Seven Up, y eso que apenas hacen publicidad.