Prensa a todas horas

Desde el comienzo de la crisis, es verdad que la compra de periódicos se ha resentido, pero los lectores de

Desde el comienzo de la crisis, es verdad que la compra de periódicos se ha resentido, pero los lectores de prensa se mantienen, y leen casi medio millón de periódicos más. La prensa escrita sigue siendo ahora, y lo será durante mucho tiempo más, la base de nuestro negocio.

Además, los portales digitales de los periódicos son leídos diariamente por 11,8 millones de españoles. La base de lectores tiende a equipararse entre ambos formatos, y todavía smartphones y tabletas tienden a ampliar más esa vocación multimedia de los periódicos. Ya hay 10,6 millones de personas que al cabo del día leen al menos un periódico impreso y uno digital. El 53% de los lectores de diarios impresos de información general también leen al menos un diario digital al día, y más del 70% de los lectores de prensa digital acceden también en la misma jornada a diarios en papel. En realidad, la prensa tradicional tiene una aceptación sobresaliente.

Si nos fijamos en el ranking de Comscore sobre portales de Internet más visitados en España, entre los diez primeros todos son buscadores y Facebook excepto tres, curiosamente los portales de otros tantos grupos editoriales: Prisa, Unidad Editorial y Vocento. Por contenidos e información, las marcas de periódicos siguen siendo las preferidas por los españoles, que siguen confiando en el criterio de nuestros profesionales, y eso es importantísimo. Ya no se trata de que los periódicos tengan aceptación; es que se lee prensa a todas horas.

Los periódicos han consolidado una base de negocio impresa, que sigue siendo trascendente y con futuro. A corto y medio plazo, los diarios seguirán sustentándose gracias a los ingresos por difusión y publicidad de la prensa impresa. Junto a ese núcleo, han sabido desarrollar una nueva industria cultural, la digital, que ha requerido llevar a cabo importantes inversiones, todo un cambio de mentalidad y la encomiable adaptación de numerosos profesionales. Y por si fuera poco, todo ello en medio de la más grave recesión económica del último medio siglo, y con el mercado publicitario reducido a menos de la mitad.

Vale de poco plantearse hasta dónde podría haber llegado la prensa en Internet de no haberse cruzado una crisis tan severa. Es probable que hubiésemos conseguido mucho más, pero no creo que esa hipótesis tuviese más mérito del que hemos conseguido realmente. Y todo lo logrado solo ha sido posible por la extraordinaria gestión y el minucioso control de costes que han aplicado los grupos editores de diarios en los últimos veinte años.

Ante el futuro creo que el optimismo está justificado. Cada vez se lee más y en más soportes, y los periódicos siguen inspirando confianza, credibilidad y respeto. Las tabletas son la última herramienta emergente, y también aquí la tecnología tiende a impulsar la fidelización. Los lectores de tabletas son mayores consumidores de prensa en general, tanto en papel como online, y están trasladando sus preferencias a estos nuevos dispositivos.

Aun así, el despegue la sociedad digital ha traído consigo nuevos y más graves riesgos para los creadores de contenidos en general, y para los editores de diarios en particular. Se da la cruel paradoja de que los propios avances tecnológicos atenúan, difuminan y dificultan el ejercicio de los derechos de propiedad intelectual. Persisten en la Red usos indeseados, como la labor de los agregadores de contenidos, que ponen en peligro el futuro de todos.

Ante la reciente reforma parcial de la Ley de Propiedad Intelectual, cuyo anteproyecto acaba de aprobarse en Consejo de Ministros, resulta crucial que, en la fase de enmiendas que ahora se abre, se garantice de una vez y para siempre un entorno jurídico seguro para los legítimos titulares de los contenidos digitales. En especial, cualquier reproducción comercial por terceros de los contenidos digitales de los periódicos debe requerir del permiso previo de los editores, como ya sucede con las ediciones impresas. A la vez, ha de reconocerse el derecho de los editores a ser convenientemente remunerados cuando otorguen dicho permiso.

(*) Luis Enríquez es presidente
de la Asociación de Editores de
Diarios Españoles (AEDE).