IPMARK: 50 AÑOS DE ORO

Conmemoramos los cincuenta años de IPMARK bajo el mismo signo de una economía en crisis, con la sensación de que

Conmemoramos los cincuenta años de IPMARK bajo el mismo signo de una economía en crisis, con la sensación de que va a durar toda la vida. No es así. El pequeño trozo de la historia encerrado en cincuenta años nos avala que la alegría llega siempre inmediatamente después de un periodo de sufrimiento y posterior esperanza. Veremos pronto mejorar la cuenta de resultados de las empresas, al mismo tiempo que se incrementará la renta per capita de los españoles. Sería la mejor manera de celebrar nuestros primeros cincuenta años.

En toda esta historia hemos andado siempre escasos de recursos económicos pero hemos nadado en la abundancia de recursos humanos, de amigos y colaboradores que compartían con nosotros un mismo proyecto. Un proyecto ambicioso basado en la información veraz; un proyecto ilusionante, que aspiraba a la perfección en el ejercicio profesional, por lo menos como se hacía en Europa, a cuyas puertas llamábamos y no nos abrían; un proyecto diferente, que se convertiría en estrategia constante en el paso del tiempo (diferentes o muertos). Un proyecto con amplia participación de amigos y colaboradores, desde aquellos que formaron el primer consejo editorial de la revista o el comité de programas de las jornadas de marketing o de publicidad; los oradores y participantes en nuestros eventos; los autores de secciones fijas o artículos especiales. ¡Cuántos nos han ayudado! Gracias, muchas gracias.

Siempre me ha gustado mirar más al futuro que al pasado. Theodore Levitt cuenta la pequeña historia de Wendell Holmes, juez adjunto del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, que un día, cuando viajaba en tren, buscaba y buscaba su billete en uno y todos los bolsillos y no lo encontraba en ninguno de ellos. El revisor le dijo: no se preocupe, señor Holmes, usted no necesita del billete. Lo encontrará, la compañía confía en que usted se lo enviará. El juez contestó: “no es el billete lo que me preocupa; es que sin el billete no sé a dónde voy.” Con esta anécdota el maestro Levitt montó toda una lección magistral: “Si usted se encuentra en la misma situación –dijo–, le será imposible encontrar el camino que le conducta a su meta. La responsabilidad principal de un hombre de empresa es saber hacia dónde va su empresa”. ¿Y a dónde va su empresa? Cada uno de mis lectores, a esta altura de la película, tendrá fijada su meta. Para Levitt, en 1960, la estrategia empresarial se cifraba en el marketing. En 2010, sin olvidarse del marketing, al que reforzaría, propondría como un nuevo paradigma la responsabilidad social de la empresa. Esto es, que la persona, como hombre, es el principio axial de la empresa y del mercado, y que la empresa, superados viejos conceptos sobre el valor del beneficio y del orden económico, es actor principal de la sociedad en la que se inserta plenamente. Al menos, eso pienso al inciar los segundos cincuenta años de IPMARK. ¡Qué interesantes!

miguel de haro, editor de IPMARK