Elecciones EEUU. Votar con el mando de la tele en la mano

¿Se imaginan un programa llamado “Quién quiere gobernar el país”? ¿Sí? A punto de celebrarse las elecciones de Estados Unidos,

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Michelle Obama bailando en la televisión,

¿Se imaginan un programa llamado “Quién quiere gobernar el país”? ¿Sí? A punto de celebrarse las elecciones de Estados Unidos, Manuel Montes, director general creativo de Havas Worldwide Spain, reflexiona sobre los riesgos de convertir la política en un espectáculo más y a los políticos en algo a medio camino entre el showman (o showoman) y el personaje de un culebrón. 

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Manuel Montes, director general creativo de Havas Worldwide Spain.

«Estados Unidos es el país de los contenidos. Todo lo que allí ocurre ha acabado convirtiéndose en algún tipo de formato enlatado listo para su consumo masivo. Desde la “Conquista del Oeste” hasta la vida de un Premio Nobel, todo pasa por la trituradora mediática del show business.

Tal es así que la Historia de los Estados Unidos no se enseña en los libros. Se aprende sentado frente al televisor con el mando en la mano. Si han conseguido que los funcionarios de correos norteamericanos sean vistos como adalides de la libertad (vean cualquier de las mil referencias acerca de la Wells Fargo), ¡qué no podrán conseguir!

De esta forma, la frontera entre el contenido y la realidad es hoy más difusa que nunca. Y esto es tremendamente peligroso. Porque los criterios del consumo masivo no se rigen por baremos de calidad, salvo honrosas excepciones, sino más bien por una fina capa superficial de empatía social detrás de la cual no suele haber nada.

En las encuestas todo el mundo ve los documentales de “La 2”. Todo el mundo pide que le hagan factura. Y todo el mundo tiene una frecuencia media/alta de actividad sexual. Sin embargo la objetividad es tozuda y los datos se empeñan en dibujar una realidad muy diferente: el programa líder de audiencia en nuestro país nada tiene que ver con los documentales, aunque a veces parezca estar mostrando la convivencia de una jauría de lobos. Tenemos entre un 20% y un 40% de economía sumergida según a quién le pregunten el dato. Y en cuanto al último tema, que cada uno eche sus cuentas.

En las últimas semanas ha dado la vuelta al mundo un vídeo de Michelle Obama bailando sobre un escenario acompañada de unos bailarines. El vídeo venía acompañado de múltiples elogios a la frescura y cercanía de la Primera Dama. Pocas semanas antes, el Presidente Obama asistía como invitado al programa de Jimmy Fallon marcándose una nada desdeñable actuación con canción y coreografía incluidas.

Que el presidente de un país y su mujer salgan de gira como si de un grupo de rock se tratase, puede parecer interesante a primera vista. Puede, incluso, verse como una señal de evolución y modernidad de la institución. Pero, estratégicamente, a medio y largo plazo, es un error que se pagará muy caro en el futuro. Carísimo.

De aquí a nada dará exactamente igual la profundidad de pensamiento. La capacidad de gestión. La inteligencia. O la formación. Lo importante será “enamorar a la cámara”. Y no me preocupa que alguien con talento político como el señor Obama pueda además participar en el “Mira quién baila” de allí. Me preocupa que esto abra la puerta a personas como Donald Trump.

Porque un buen día lo tiene cualquiera. Puede, solo un día, cuajar una buena actuación. Puede que baile mejor el foxtrot. O que su canción haya estado mejor interpretada. Y puede, sorprendentemente, que eso le de ventaja en su carrera presidencial.

Sin embargo en la vida real tienen que pasar cuatro años para nominar a un político a abandonar la casa. Y por el camino puede afectar a la vida de millones de personas. Ésa es la gran diferencia.

Aquí no basta con cambiar de canal. No puede irse uno al baño durante el bloque publicitario (muy mala costumbre por cierto) o simplemente ver el resumen en diferido. Nos estamos acostumbrando a consumir política desde el prisma de los contenidos. Productoras, canales y programas propios, perfiles de redes sociales, actuaciones… son casi como estrellas. Pero solo “casi”. Porque un ídolo adolescente no puede decidir invadir un país o meterse de lleno en una guerra. Subir los impuestos o privatizar un sector estratégico. Al menos de momento.

¿Se imaginan un programa llamado “Quién quiere gobernar el país”? Yo sí. »

 

*Manuel Montes, director general creativo de Havas Worldwide Spain.